miércoles, 12 de octubre de 2011

Los Redondos en los años 80


RIESGO Y PLACER
Iniciados los ochenta, Los Redonditos empezaron a despegarse de toda la parafernalia que los había acompañado prácticamente desde su mismo origen y entendieron que había llegado el momento de sintetizar toda la creatividad y la dinámica de aquel género en una única e individual dosis de potente rockanroll. Toda la gente que trabajaba con Patricio Rey, como Marcia y Claudia Schwartz o las muchachas de Las Ex, se fue apartando e hicieron lo suyo por su cuenta.
Sin el apoyo de otros artistas, prefirieron seguir siendo independientes y no dejaron de presentarse en todos los locales, aún cuando pequeños hayan sido, en que habitara un clima apto para el rock, el riesgo y el placer.
Tocaban en el Teatro Bambalinas, en el Pub Zero, en La Esquina del Sol y en alguna que otra discoteca y el resultado era el mismo en todas partes: Los Redondos eran responsables de un espectáculo lleno de imaginación, que sorprendía y apabullaba a una audición cada vez más devota por su culto ajeno a las tentaciones del sistema. Sus shows eran cada vez más esperados y despertaban un interés creciente de los periodistas convertidos, en poco tiempo, en positivos canales de difusión del mensaje que Patricio Rey guardaba para su público. El sueño de un disco debut, aún no llegaba pero se acercaría a paso firme.
En 1982 el grupo grabó un demo en los estudios RCA. Fue su primera grabación de estudio, la cual tuvo una generosa difusión radial en las FM porteñas. En los shows siguientes se sumaron las presencias que marcarían por un buen tiempo las presentaciones en vivo de la banda: los coros de las Bay Biscuits (Fabiana Cantilo y Vivi Tellas, entre otras) y los monólogos del periodista Enrique Symms.
Durante la campaña electoral de 1983 participaron de un concierto en Parque Lezama en apoyo a la campaña de derechos humanos que proponía el candidato a diputado por la Democracia Cristiana, Augusto Conte.


MUSICA PARA PASTILLAS
GULP Y OKTUBRE
A fines de 1984 (entre shows en pubs como El Depósito, Stud y Latex), Los Redondos se recluyeron en los estudios de grabación para concretar un viejo anhelo de la banda, tan largamente esperado por sus fans. A mediados de 1985, en forma absolutamente independiente, Gulp!, salió a la calle y se transformó en una prueba eficiente del poder de la banda.
En aquellos días decían: "Para la modalidad que encaramos, fue la primera oportunidad que se nos presentó para hacerlo. Pero no lo queríamos hacer de otra manera; no como una producción dependiente, con sus hábitos, reglas, sus armas y todo aquello que para nosotros es difícil tolerar. Sobre todo porque siempre tuvimos la secreta esperanza de poder llegar a lograr los objetivos de otra manera. La prueba es mucho más exigente si no querés integrar el circuito pero igual competir con producciones más fuertes".
El álbum comenzaron vendiéndolo ellos y, más tarde, eligieron personalmente las disquerías que se dedicarían a distribuirlo. Al poco tiempo, todos sus fanáticos los atesoraban como un puñado de oro y las emisoras radiales- primero las llamadas truchas y después las otras- pasaban sus temas. La descompaginada difusión activó el oído y las neuronas de muchos ignotos de la propuesta y la cosa siguió creciendo. Cada ejemplar del disco guardaba un pedazo del infierno que sonaba en vivo y cada canción fue una bandera de la cultura subterránea; se convirtió en una pieza religiosa para los fieles.
Cuando estaba todo preparado para presentar el disco en el Teatro Astros, las autoridades de la sala decidieron levantar las fechas previstas para Los Redondos y agregarlas a la agenda de Valeria Lynch. Ante esta actitud de los empresarios, Los Redondos pudieron llegar, con el mismo propósito, al escenario de Cemento y estrenaron sus nuevos himnos del underground.
A 1985- que fue un gran año para ellos- lo despidieron con un show excepcional en Paladium el 28 de diciembre y de allí en más comenzaron a presentarse con mayor asiduidad, sin dejar espacios tan largos de silencio, como hicieron tiempo atrás (así fueron eligiendo como santuarios sitios como Gracias Nena, La Capilla y Prix D´Ami).
Definitivamente los números extra musicales ya no tenían cabida en sus shows. "Cuando el entorno cambia se debe modificar la propuesta. Con la democracia ya no tenía sentido despotricar contra un sistema que estaba cambiando. Además, se podía tornar reiterativo y perder el efecto de choque", señaló el Indio Solari al hablar sobre la conclusión de la etapa inicial en la historia de Los Redondos. En el debut discográfico la corte de Patricio Rey la formaban el Indio, Skay (guitarra), Willy Crook (saxo), Fargo D´Aviero (guitarra rítmica), Piojo Avalos (batería) y Semilla Bucciarelli (bajo). El surco hacia la masividad ya estaba hundido en la tierra y, ahora, quedaba seguir sembrando con la sencillez, la mística y el punzante sentido del humor que iban encumbrando a Los Redonditos de Ricota. Gulp!, había dejado registrado el particular proceso de gestación y evolución del grupo, y enseguida llegó la renovación.

FUEGOS DE OCTUBRE
En mayo de 1986, Los Redondos, con la consigna de presentar nuevo material, actuaron en Paladium. Efímero fue el nombre que eligieron para llamar a otras magníficas jornadas de rockanroll a su cargo. A fines del mismo año, tras un ciclo en el Centro Parakultural volvieron a su palacio predilecto con la compañía de Andrés Teocharidis en calidad de músico invitado. Este era un tecladista proveniente de la música clásica, que estuvo en los planes del Indio y Skay cuando decidieron implementar algunas modificaciones en la formación.
Después de que en los últimos meses de 1986 prepararon su segundo álbum- Oktubre- removieron la estructura, tras casi tres años de permanecer intacta, y volvieron a la vieja costumbre de intercambiar los integrantes. Tras la grabación de Oktubre abandonó la banda el guitarrista Fargo D´Aviero y lo mismo ocurrió con el baterista PiojoAvalos. A principios de 1987 el tecladista Andrés Teocharidis comenzó a ensayar como miembro estable de la banda pero, durante una estadía temporaria en el norte, sufrió un accidente fatal que terminó con su sueño efímero de ser parte del rockanroll de Los Redondos. Tras el trágico episodio pararon unos meses y volvieron a tocar; esta vez sumando a Walter Sidotti en batería y a Sergio Dawi en saxo, reemplazando a Willy Crook, que se fue con Los Abuelos de la Nada. Al margen de estas modificaciones. Cuando aún no todos habían deglutido los contenidos de Gulp!, Oktubre vuelve a llevar a la agrupación al vinilo. De nuevo con absoluto manejo independiente, el segundo disco alcanza un mejor nivel de grabación y edición y Los Redonditos confirman su fuerza destructora de modelos preestablecidos, su espíritu combativo y el propósito firme de continuar con sus convicciones originales intactas, a pesar de las nuevas circunstancias que los arrimaban cada vez más a la masividad y sus contratiempos. En los shows, sumado al clásico repertorio, aparecen las nuevas canciones. Las presentaciones del álbum no fueron muchas y el suceso se repetía.


La muchedumbre invadía, se descontrolaba y, a veces, constituía el campo adecuado para que la policía siga marchando junto a Los Redondos. La nueva base de Semilla y Walter le dieron a la música y la solvencia rítmica que más necesitaba y los temas de Oktubre fueron recibidos tanto o mejor que 

los antecesores. Las letras se hicieron mucho más dolorosas y profundas que en el álbum anterior. El Indio Solari afiló sus virtudes como poeta y así pudo captar y transmitir la crisis urbana del siglo veinte.
Por uno u otro motivo, Los Redondos continuaban su viaje hacia la gloria... aunque los institucionales no entendieran cómo.
 


DECADA DE DECADENCIA
UN BAION PARA EL OJO IDIOTA Y BANG! BANG! ESTAS LIQUIDADO
Tras el éxito de Oktubre y quizás para salvaguardar la solidez estructural del grupo, cada vez mas desbandada por los avatares de la popularidad, Los Redondos decretaron un armisticio antes de la edición de sus posteriores álbumes.
Los Redondos se alejaron de los circuitos habituales y dejaron, no por mucho tiempo, un montón de huérfanos a la espera del retorno. Skay y la Negra Poli cruzaron el charco hacia España. Allá, Skay puso sus cuerdas en apoyo de Los Toreros Muertos y los acompañó en una gira nacional pero, cuando le ofrecieron un lugar permanente en su escenario, entendió que su destino no estaba en Europa. Entonces volvieron a Buenos Aires donde, desde hacía un par de meses, el Indio estaba componiendo nuevas canciones y planeando la próxima arremetida. La expectativa que había dejado flotando Oktubre y el nuevo y prolongado silencio, desembarcaron en otra gloriosa fiesta redonda. Ocurrió en Cemento. Los Redondos, a una década de su nacimiento, demostraban que estaban íntegros como siempre y dispuestos a seguir activando su aplanadora creativa y contestataria contra la fuerza injusta de la opulencia, el negocio y el mecanismo como lo habían manifestado los temas del último álbum.
Después del receso (y de memorables conciertos en Caras mas Caras, Teatro Fenix, Paladium y el Coliseo Podestá de La Plata), llegó el tercer álbum. Un baión para el ojo idiota que significó la consagración. Tan alternativo e independiente como sus sucesores, Un Baión... llevó definitivamente a la banda a convertirse en un objeto de consumo popular. Como nunca, en aquel fin de año de 1988, quedaba demostrado que Los Redondos habían llegado enarbolando bien alto un nuevo mito porteño. Esa vez, lo presentaron en el Teatro Bambalinas en cinco shows con lleno absoluto. En este disco la banda sonaba al palo y descubría el buen manejo de las máquinas. Como lo habían hecho tantos hasta ahora, ellos mismos pagaron las horas en el estudio, eligieron los temas a su antojo, se autoprodujeron, inventaron el arte de tapa y se bancaron todos sus propios caprichos, sin un mesías que los castigue ni los salve. De allí en más, la carrera hacia Obras circuló con una velocidad vertiginosa. Cemento, Paladium, Skylab, Pinar de Rocha, Airport, el Cine Fénix y Satisfaction, y hasta alguna incursión en el Radio City de Mar del Plata.
Cada ocasión exigía un lugar más grande para soportar el delirio creciente de los fieles antiguos y los novatos que también se incorporaban al rito. "Un Baión... era la mejor experiencia discográfica de Los Redondos hasta el momento. Sus temas lograron una completa síntesis de la esencia pop de la banda con toda su pasión rockanrolera.





En 1989, tras la edición de su cuarto álbum, Bang! Bang! Estás liquidado, se presentaron en Halley. Para ese entonces, ya no era necesario ser rockero de alma o de boca, ni odiar los aparatos y la música electrónica para unirse a la devoción de Los Redondos. El grupo comenzaba a concentrar una rica heterogeneidad en su audiencia y también aparecían las primeras opiniones sectaristas, por parte de algunos flancos de la prensa y el público, que se enojaban por eso.
En diciembre del mismo año, toda la historia de la banda se agolpó en un solo espacio. Por fin el templo del rock abrió sus puertas para recibir a Los Redondos. La presentación de Bang! Bang! Estás liquidado en el estadio Obras Sanitarias (el 2 de diciembre) resultó, por otro lado, un caótico delirio popular y puso en una encrucijada a Los Redondos sobre sus próximos pasos. El cambio parecía exigir una crisis dolorosa. En Obras, creció el pasto de alimento policial y la crítica de quienes habían juzgado negativamente esta inserción a los modos del gran espectáculo.
Sin embargo, no sin preocuparse por lo que podía volver a ocurrir, Los Redondos decidieron que seis meses más tarde se repitiera otro multitudinario encuentro. En el estadio del Parque Sarmiento, brillaron los furiosos sonidos de Bang! Bang!... en una memorable fiesta.
Entonces se sucedieron las noches de Obras en 1990, en las que Patricio Rey fue amo exclusivo de cada una de ellas. Los temas y álbumes alcanzaron una repercusión que jamás habían tenido. Su popularidad igualó a la de cualquier otro artista que se haya valido de medios más prácticos- pero no mejores ni más eficientes- para obtenerla, y a través de una inigualable estrategia, accedieron a un lugar de privilegio que pocas bandas pudieron alcanzar.
Ya en 1990, despidieron el año (lógicamente en Obras) y mostraron algunos de los temas que integrarían el próximo disco. Acá les dejo un "videón" del recital en Obras.




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